Estás a tu bola tan ricamente, y de pronto te llama una pesada a intentar engañarte vendiéndote supuestamente una caja de botella de vino de la rioja.
Son ciento ochenta euros me dice la pesada spammer, pero por ser yo quien soy, me lo deja en ciento siete euros, y como le he caído bien, me regala una cuña de queso de Zamora.
Y a partir de ahí comienza a divagar contándome una historia sobre las uvas, sobre el vino, sobre las botellas, sobre la bodega... como si me importara lo más mínimo.
He hecho lo que siempre hay que hacer en estos casos: mantenerla al teléfono el máximo tiempo posible, para que pierdan el tiempo conmigo, antes que seguir engañando a otra gente.
Si todos hiciéramos lo mismo, en un mes acabaríamos con todos los hijos de puta que se dedican a intentar venderte cosas por teléfono.
Además que hay que ser idiota para darle tu número de cuenta a alquien que no conoces de nada y sin haberlo tú pedido, te llama al móvil para venderte algo.
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